Uno de los monumentos más interesantes e imponentes del
Centro Histórico de la capital es el que en otros tiempos fuera la
estatal Dirección General de Correos y Telégrafos.
Hoy, a este conjunto de dos cuerpos unidos por un puente, se le llama Centro Cultural Metropolitano, donde en un área aún funciona la empresa canadiense de correos.
En el resto de la edificación tienen su sede entes culturales como ADESCA, el Ballet Folclórico, la Escuela Municipal de Pintura, Kadejo, la Casa de la Cultura Nacional, las oficinas del Centro Histórico, la compañía de teatro Rayuela, el taller de pintura Torana y Caja Lúdica.
Hoy, a este conjunto de dos cuerpos unidos por un puente, se le llama Centro Cultural Metropolitano, donde en un área aún funciona la empresa canadiense de correos.
En el resto de la edificación tienen su sede entes culturales como ADESCA, el Ballet Folclórico, la Escuela Municipal de Pintura, Kadejo, la Casa de la Cultura Nacional, las oficinas del Centro Histórico, la compañía de teatro Rayuela, el taller de pintura Torana y Caja Lúdica.
Este monumento fue diseñado por
Rafael Pérez de León y Enrique Riera, en los años 40 del siglo XX, los
mismos que nos dejaron los palacios Nacional de la Cultura y el de la
Policía Nacional Civil, construidos durante el régimen de Jorge Ubico.
Por eso, de acuerdo con el arquitecto Eduardo Andrade, estos edificios tienen un estilo que podría llamarse ubiquista, porque marcan esa época de la historia de la arquitectura del país. Pero a pesar de ser herencia de una era dictatorial, recorrer estos patios, jardines y pasillos es una experiencia que recuerda una época de ritmo pausado.
Su amplitud invita a la observación, pues la riqueza de las decoraciones interiores, así como los juegos de luces y sombras, surgidos gracias a sus generosas dimensiones, evitan ser captados con una ojeada.
Otra de sus características es que a pesar de estar en el corazón del Centro Histórico capitalino, el ambiente del edificio es tan silencioso, sobre todo en el tercer nivel, que un visitante dijo una vez, en voz baja, este edificio es casi místico.
Por eso, de acuerdo con el arquitecto Eduardo Andrade, estos edificios tienen un estilo que podría llamarse ubiquista, porque marcan esa época de la historia de la arquitectura del país. Pero a pesar de ser herencia de una era dictatorial, recorrer estos patios, jardines y pasillos es una experiencia que recuerda una época de ritmo pausado.
Su amplitud invita a la observación, pues la riqueza de las decoraciones interiores, así como los juegos de luces y sombras, surgidos gracias a sus generosas dimensiones, evitan ser captados con una ojeada.
Otra de sus características es que a pesar de estar en el corazón del Centro Histórico capitalino, el ambiente del edificio es tan silencioso, sobre todo en el tercer nivel, que un visitante dijo una vez, en voz baja, este edificio es casi místico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario