Es costumbre en Guatemala degustar un platillo a la medianoche del 24 y 31 de diciembre. Mientras la pólvora expresa la alegría de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, el paladar recibe el capricho de ese plato mestizo, conocido como el tamal. Reunidos en familia, alrededor del nacimiento o del árbol navideño, en compañía de amigos, junto al olor de la manzanilla y el pino, frente a las hojas de pacaya y los gallitos y acompañado del ponche, los comensales probarán el tamal, un platillo tan añejo como nuestros antepasados. Los habitantes de Mesoamérica se consideraban descendientes de los primeros hombres del mundo, formados por los dioses con una mezcla de granos amarillos, negros y blancos, el maíz. Desde entonces el maíz es, por antonomasia, el alimento de los verdaderos seres humanos. Como la mayoría de comidas de la región, es difícil definir dónde termina la cocina mesoamericana y dónde empieza la influencia de los castellanos en la época colonial, dice la antropóloga Ofelia Déleon. El elemento fundamental del tamal es la masa de maíz, envuelta en hojas locales, hasta la propia palabra es de origen náhuatl. Sin embargo, los habitantes prehispánicos
usaban carnes propias del lugar, como el tepezcuintle y el venado.
publicado por Evelin Cruz
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